lunes, 4 de mayo de 2009


Celia ha cumplido siete años. La edad de la razón. Así lo dicen las personas mayores.
Celia es rubia; tiene el cabello de ese rubio tostado que con los años va oscureciéndose hasta parecer negro. Tiene los ojos claros y la boca grande. Es guapa. Mamá se lo ha dicho a papá en secreto, pero ella lo ha oído.
No se envanece por tal cosa. Es seria, formal y reflexiva, razonadora… Porque, ¿de qué serviría haber alcanzado la edad de la razón si no sirviera para razonar?

Esta obra de Elena Fortún, no sólo está escrita para el público infantil sino para todo el mundo que quiera leer una buena obra sobre los conflictos entre niños y adultos, entre realidad y ficción, entre razón y sinrazón. En este libro podemos ver reflejada una realidad mucho más autentica que la que estamos acostumbrados a leer y a ver y como esa realidad está escrita con total naturalidad y con un gran estilo literario desde el punto de vista más autentico posible, el del niño.

Se ha escrito mucho sobre el personaje de Celia y su incomprensión del mundo de los adultos, pero creo que eso es erróneo porque Celia comprende perfectamente a las personas mayores, lo que sucede es que las personas mayores no la comprenden a ella ni al mundo infantil del que una vez fueron parte. Digo que Celia entiende a los adultos, y no sólo los entiende sino que da realidades alternativas a las impuestas por los mayores. El mérito de Elena Fortún es su capacidad de empatía en el mundo de los niños cuando ya era una persona de edad madura.

Algo que resulta muy atrayente en esta obra es que aunque hayan pasado casi 70 años de lo que se cuenta en el libro a nuestra actualidad se trata de una historia que los niños pueden leer hoy perfectamente. La historia es atemporal, y se puede desarrollar ahora o en un tiempo futuro. Esto permite que al utilizar los libros de Celia como una actividad didáctica los alumnos no se extrañen con situaciones inalcanzables para ellos, además de que sí comprendan cualquier elemento esencial de la historia

Por último decir que uno de los valores más destacables que tiene el libro es su amplia utilidad como fuente de posibilidades didácticas, aunque esto tendría sus pegas, ya que a los niños varones les puede parecer que es un libro más para las chicas y que digan que ellos no se sienten identificados con el personaje de Celia. Este aspecto negativo se puede convertir en positivo si el maestro es capaz de convencer a sus alumnos de que Celia es un personaje que representa a todos los niños sin distinguir específicamente el sexo. Si los niños comprenden esto habrán dado un gran paso adelante librándose de prejuicios. Judith Griñán Rodes.

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